Visitar el impresionante santuario marino samanense donde cada año incursionan las inofensivas, gigantescas y llamativas ballenas jorobadas, constituye uno de los más inolvidables y fascinantes espectáculos que la naturaleza dominicana permite disfrutar a plenitud.
Allí, a unas cuantas millas del epicentro del legendario templo conocido como “la“Churcha”, luego de navegar en una modesta embarcación, bajo el timonel de un intrépido y veterano yolero, capaz de cercenar las constantes y elevadas olas del mar, es posible contemplar el meteórico desplazamiento y los saltos que de manera espontánea realizan estos voluminosos mamíferos, teniendo como piscina natural un extremo de la atractiva y acogedora Bahía de Samaná.
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